sábado, 24 de diciembre de 2011

La Risa



Hoy he visto a una persona,
una persona atrapada.
La vida contenida a la fuerza
y todas las puertas cerradas.


Rodeado de chantajes y amenazas,
bruscas, sutiles y tremendamente eficaces,
se va aislando y hundiendo, poco a poco,
día a día, en un incómodo silencio.


Cada paso es un tropiezo
con una interminable cadena.
Vive una vida de obligado cumplimiento,
de farsas y mentiras, de nudos corredizos,
de un devastador descontento.


Se atraganta con la envidia hecha besos,
con el infame derroche de rencores y lamentos.
Pisoteado por dentro, trata de escapar
de esa angustiosa trampa que lo ata a la muerte.


Herido de burlas, se revuelve y apaga.
Acude puntual, como una condena,
a su grotesca cita anual
en un patético baile de mascaras obscenas.


Se emborracha de sueños que lo aíslan.
De ingenuo lo acusan y abusan
y harto de someterse a una frívola concordia,
emprende una lucha que sabe a olvido.


Cada día una sentencia
le condena de por vida.
Prisionero de una rueda que lo arrastra,
se empeña, con la dignidad que aún le queda,
en una imagen de complicidad extrema.


Le he visto reír, y llorar de impotencia,
le he visto asustado y desbordado
por una infantil impaciencia, y al fin,
ansioso por liberar tanta presión acumulada,
se aferra a la vida y renace sólo,
con la risa de su amada.


"Que sirva de precedente" © Rafa Chevira

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