domingo, 27 de julio de 2014

Que lo sepáis, muchachos

 
Honoré Daumier
El levantamiento

c. 1860
Oleo sobre lienzo
87´6 x 113 cm
Colección Philips, Washington, D.C.
 
 
 
     A estas alturas de la película ya sabemos quienes sois y lo que hacéis, lo que defendéis y del lado de quien estáis. Ya sabemos lo que os importa y lo que despreciáis, de lo que sois capaces, de qué color es vuestro corazón y de qué se alimenta esa desbordante ambición que no consigue saciaros. Y no es lo único que sabemos. También conocemos vuestras armas y vuestras tácticas, como conocemos a esa legión de mediáticos mamporreros, que día tras día y haciendo gala de una macarresca chulería, tratan de distraernos y justificar vuestras burdas mentiras. Sabemos todo esto y sabemos más. Sabemos de vuestra innata incapacidad para sentir empatía, de vuestras dotes en el arte de la manipulación; sabemos que mentir, meter la mano en la caja y reprimir, es algo que hacéis con la misma frialdad que naturalidad. Sabemos, que vuestra inhumana e interesada ceguera os impide ver el sufrimiento (salvo el de Cristo, por supuesto), y sabemos que vuestra democrática apariencia no es más que el cutre disfraz que os sirve para ocultar la verdad y para seguir estafando impunemente.
    
     Sabemos todo esto y sabemos más. Sabemos de reyes y condesas, de sobres y finiquitos, de insolidarios recortes, de inhumanos desahucios, de bochornosos indultos, de amnistías fiscales, de rancios privilegios y chanchullos. Sabemos que la corrupción es vuestra forma de obrar, que despreciáis la cultura, que perseguís y silenciáis a todo aquel que os pretenda parar y que no dudáis en tachar de populista y demagogo a quien ose señalaros. Sabemos que sois capaces de matar elefantes y mirar para otro lado cuando se produce una masacre, y que lo hacéis, además, con la misma tranquilidad con la que (si se tercia) os vais a un spa o quemáis un bosque para levantar un centro comercial. Sabemos todo esto y sabemos más. Que no os gusta la libertad, que cambiáis las leyes a vuestro antojo para impedir que la gente pueda manifestarse, que la amordazáis y moléis a palos si intentan protestar. Sabemos que vuestra fe, vuestra mala fe, desprecia a la mujer, al inmigrante y al homosexual, que no creéis en la justicia ni en la igualdad y que siempre anteponéis vuestros intereses (y los de vuestros amos y señores) a la dignidad. Fijaos la de cosas que sabemos y no hemos hecho más que empezar.
    
     Sabemos todo esto y mucho más. Y queremos que sepáis que lo sabemos. Queremos que sepáis que esto va a cambiar y que sabemos, además, cómo hacerlo. Que esto, el chiringuito que os habéis montado, se os va a acabar, que más temprano que tarde, la realidad os va a superar.
 

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