Quizá falla todo. No queremos recordar porque avergüenza, o porque duele, o simplemente porque no queremos que nos recuerden...lo que queremos olvidar. No tenemos interés porque perdimos el interés por todo lo que no es nuestro, nos volvimos interesados y No tenemos voluntad porque..voluntariamente decidimos ser interesados y olvidar. Lástima.
Paloma, no tener memoria, o mejor dicho, no quererla tener, nos condena a encontrarnos, a cada paso que damos, con la dichosa piedra que nos impide seguir y que acaba convirtiéndose en una pesada losa a fuerza de tropezar. Perder el interés por todo lo que no es nuestro, es la mejor forma de perder. Si ignoramos al otro, sus ideas, sus sentimientos, sus necesidades o sus miedos, entonces, no ha de extrañarnos la soledad (en su acepción más sórdida). Somos en función de otro, o de otros, o de todos; aislados somos muerte prematura. La voluntad la vendimos hace tiempo en las rebajas, y se la vendimos al peor postor. Nos quedamos con los nubarrones, las anestesias y las coartadas, y con eso decoramos la patética resignación a la que vivimos abrazados. La verdad es que no sé, pero... Algo habrá que hacer, digo yo.
Quizá falla todo.
ResponderEliminarNo queremos recordar porque avergüenza, o porque duele, o simplemente porque no queremos que nos recuerden...lo que queremos olvidar.
No tenemos interés porque perdimos el interés por todo lo que no es nuestro, nos volvimos interesados y
No tenemos voluntad porque..voluntariamente decidimos ser interesados y olvidar.
Lástima.
Paloma, no tener memoria, o mejor dicho, no quererla tener, nos condena a encontrarnos, a cada paso que damos, con la dichosa piedra que nos impide seguir y que acaba convirtiéndose en una pesada losa a fuerza de tropezar.
ResponderEliminarPerder el interés por todo lo que no es nuestro, es la mejor forma de perder. Si ignoramos al otro, sus ideas, sus sentimientos, sus necesidades o sus miedos, entonces, no ha de extrañarnos la soledad (en su acepción más sórdida). Somos en función de otro, o de otros, o de todos; aislados somos muerte prematura.
La voluntad la vendimos hace tiempo en las rebajas, y se la vendimos al peor postor. Nos quedamos con los nubarrones, las anestesias y las coartadas, y con eso decoramos la patética resignación a la que vivimos abrazados.
La verdad es que no sé, pero... Algo habrá que hacer, digo yo.